Navegando el mar de la maternidad…
Quienes nos embarcamos en el viaje de la maternidad (algunas por propia decisión, otras por voluntad de la vida misma), llevamos como equipaje nuestros deseos, expectativas, miedos y fantasías en torno a este rol… Una vez que el motor se pone en marcha, empezamos a recorrer el camino, y descubrimos en él paisajes que no imaginábamos, compañeros de ruta que no esperábamos y, por el contrario, algunas ausencias que nos desilusionan.
Nuestras expectativas y fantasías previas al nacimiento de nuestro hijo se confrontan con la realidad que conocemos una vez que él ya forma parte de nuestra vida diaria … y la ecuación no suele dar siempre el resultado esperado… Aquí entra en escena la famosa frustración, esa emoción que nos indica la insatisfacción frente a lo que no se da como queríamos o esperábamos.
La maternidad implica muchos cambios que no siempre son procesados de forma rápida y sencilla, ya que nos obligan a dejar de lado cosas que definían nuestra identidad… Adaptarnos a ellos implica atravesar duelos, ya que son pérdidas que sufrimos (de autonomía, de tiempo para una misma, de tranquilidad, etc.). Sin embargo, es importante recordar que, como casi todo en la vida, esto no es para siempre… Seguramente leíste en alguna publicación sobre la maternidad la frase “esto también pasará”… Y es así, pero, cuando estamos atravesando la tormenta, nos cuesta pensar en que pronto saldrá el sol.
Afortunadamente, así como a la noche le sigue el amanecer y a éste la mañana, a cada etapa de la vida de nuestros hijos, y de nosotras como madres, le sigue otra, ni más fácil ni más difícil, sino distinta, con nuevos desafíos y oportunidades… Y es importante que estemos ahí, con los pies metidos en el lodo, por más que por momentos el terreno parezca poco firme.
Cuando nos embarcamos en una travesía a mar abierto, cargamos con nosotros muchas cosas que, creemos, podemos necesitar, como velas, cuerdas, caja de herramientas, alimentos, etc… Pero no sabemos si, en verdad, nos servirán, o si no necesitaremos otro insumo que no tuvimos en cuenta… Y ahí, ¿qué hacemos? Lo fabricamos nosotras, o pedimos ayuda a algún otro barco que anda navegando por ese mar… Porque, en este desafío de la maternidad, afortunadamente no estamos solas… Ya hay muchas marineras afrontando su propia travesía, y nos tenemos las unas a las otras.
Te propongo que, cuando sientas que ya no podés mantener a flote el barco, mires a tu alrededor, o levantes la bandera blanca pidiendo ayuda… Estoy segura de que muchas marineras vendrán en tu auxilio, ofreciendo una escucha atenta, un acompañamiento desinteresado, o recursos para atravesar las tormentas… Recordá, además, que yo estoy en ese mar, navegando con vos, no sólo como psicóloga, sino también como mamá… Juntas, tal vez, podemos hacer más llevadera y disfrutable la travesía… Te espero!
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