Maternidades felices, crianzas saludables
Una de las cuestiones sobre las cuales me propusieron reflexionar en relación a la felicidad es la idealización de la maternidad. Si bien es un tema ajeno a aquélla, me parece muy interesante, motivo por el cual he decidido dedicarle unas líneas.
Así como sucede en relación a la felicidad en general, observo que muchas mujeres sólo comparten aquellos aspectos de su vida como madres en los que tanto ellas como sus hijos parecen felices y gozosos.
Sólo recientemente han comenzado a circular en las redes sociales posts en los que algunas madres, muchas de ellas figuras reconocidas en su área de trabajo o dedicación, se animan a compartir algunas facetas de este rol que no son del todo felices, habilitando, de este modo, a que otras mujeres puedan expresar sus malestares, dudas e incomodidades. Esta imagen de la maternidad como un rol complejo, con luces y sombras, humaniza a quienes, en la mayoría de los casos, hacen lo que está a su alcance en el proceso de maternar, reconociéndose falibles y, por tanto, humanas.
Cuando nos embarcamos en este desafío de ser madres (en el mejor de los casos, con algún/a compañero/a de crianza), podemos contar con más o menos información acerca de las complejidades del mismo. Pero lo cierto es que no sabemos de qué se trata hasta que no estamos allí, maternando 24/7.
Como todo desafío, la maternidad nos interpela, llevándonos a conocer rincones personales que hasta el momento no habíamos explorado. También nos encontramos en situaciones que nunca imaginamos, y tratamos de resolverlas con los recursos que tenemos a nuestro alcance.
Más allá de todo esto, muchas no nos arrepentimos de nuestra decisión de ser mamás. Habrá quienes sí lo hagan, y es totalmente válido y respetable, no tienen que culpabilizarse ni ser condenadas por ello.
Puede que la maternidad no resulte como imaginábamos... Puede que resulte mucho mejor, que la disfrutemos al 100%... O, por el contrario, que no logremos sentirnos plenas en este rol... En un caso u otro, lo importante es ser sinceras con nosotras mismas, escucharnos para conectarnos con lo que sentimos y necesitamos.
Estoy segura de que a nuestros hijos les hace muy bien que seamos felices, no necesitamos resignar absolutamente todo por ellos... Esa idea de la maternidad como sacrificio absoluto también debe ser cuestionada. No olvidemos que somos, ante todo, personas, y como tales asumimos múltiples y diversos roles. Si bien con la maternidad a veces dejamos algunos de ellos en segundo plano, lo ideal es que, de a poco, volvamos a conectarnos con esos "yoes" que parecen haberse esfumado... Tal vez, sólo hace falta que busquemos dentro nuestro, que escuchemos esos deseos que solemos ignorar.
Para acompañar crianzas felices, es importante que aprendamos a transitar nuestra propia felicidad... De esa manera, sentiremos la maternidad como una posibilidad de crecimiento personal, y no como una cárcel.
Animate a preguntarte: ¿qué necesito hoy, qué deseo hoy? Quizás la respuesta no llegue en seguida, pero, al menos, habrás sembrado la semilla de tu crecimiento personal, y también como madre. ¡Suerte en ese desafío!
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