"Estás más llenita"... Cuando las palabras lastiman
"Estás más llenita"...
... me dijo una conocida a la que hace años no veía, y que crucé de casualidad...
¿A cuántos de nosotros nos han hecho comentarios similares, sobre nuestro aspecto externo? "Estás muy flaca", "¿qué te pasó en la cara?, "te has avejentado"... Frases dichas como al pasar, pero que no suelen pasar desapercibidas para quienes las reciben.
¿Somos conscientes de que nuestra forma de expresarnos tiene efectos en los demás? Con las palabras podemos construir, pero también destruir... Podemos curar, tanto como herir.
A las palabras no se las lleva el viento, quedan resonando en quienes las reciben, calando hondo en muchos casos, hasta provocar cicatrices difíciles de sanar.
Les propongo que, de aquí en adelante, antes de decir algo nos hagamos algunas preguntas:
- Lo que quiero decir, ¿será mejor que el silencio?
- ¿Tengo una real necesidad de decirlo?
- ¿Qué efectos puede provocar en el otro lo que quiero decirle? ¿Cómo puede recibirlo él?
- La relación que tengo con él/ella, ¿me habilita para decírselo?
- ¿Es el momento y el modo oportunos para hacerlo?
Responder estos interrogantes puede ayudarnos a decidir si expresar una idea u opinión es oportuno, evitando herir a otros y también a nosotros mismos... Así como un disparo no sólo lastima a quien recibe la bala, sino que también mancha con su sangre a quien dispara, muchas veces las heridas no dejan cicatrices exclusivamente en quien las sufre, sino también en quien las provoca... por más que haya sido "sin querer".
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