La psicología en el cine. Salud mental, discapacidad y estereotipos


Análisis psicológico de la película “Una mente brillante” (A beautifull mind). Primera parte.

Hoy presentamos una nueva edición de la serie de artículos que reflexionan sobre la forma en que el cine aborda cuestiones vinculadas a la salud mental. En esta oportunidad, elegí la película llamada “Una mente brillante”, estrenada en el año 2002. La misma está protagonizada por John Nash, un joven matemático becario de la Universidad de Princeton.
A continuación, nos detendremos en algunos pasajes específicos de la misma, a fin de reflexionar sobre las implicancias psicológicas de su argumento. 

La idea de inteligencia

John, el protagonista, se destaca desde la universidad por su capacidad intelectual, lo cual se observa desde el comienzo de la historia, al estar el joven Nash realizando su tesis. Además, durante toda la película se observa la especial habilidad de Nash para identificar patrones y en general con las matemáticas, la cual lo lleva a desarrollar la “Teoría de los juegos”, por la que finalmente es candidato y gana el Premio Nobel de Economía. Cabe mencionar que el protagonista llega a la misma a partir del análisis de una situación de la vida cotidiana, transcurrida en un bar con sus compañeros de universidad, demostrando su gran capacidad de abstracción y generalización. De hecho, como se observa en una escena que comparte con Charles, su compañero de cuarto alucinado, representa muchas situaciones de la vida cotidiana en lenguaje matemático, plasmándolas en las vitrinas de su habitación. 
Esta habilidad intelectual explica en parte el título de la película, el cual esconde, sin embargo, una ironía. Nash, una promesa del mundo académico, termina sufriendo una crisis psicótica que lo expone en sus peores momentos frente a la comunidad científica.
Por otra parte, debemos tener en cuenta que esta idea de “mente brillante” hace referencia, en este caso, exclusivamente a la inteligencia lógico- matemática que se destaca en el protagonista, quien, por otra parte, cuenta con pocas habilidades propias de la inteligencia emocional. Esto se observa, por ejemplo, cuando al comienzo de la película conoce a una joven con quien no sabe cómo entablar una conversación, y evidencia muy poco tacto al momento de demostrarle su interés, haciendo referencia explícita a su interés por tener sexo con ella (lo mismo ocurre cuando comienza a salir con Alice). Otro ejemplo se observa en la escena en la que John invita a cenar a Alice, y le dice que necesita “alguna prueba, dato verificable y empírico” de que existe un compromiso a largo plazo en su relación. Frente a esto, la joven utiliza la misma lógica para demostrarle en qué consiste el amor: le pregunta cómo es el universo, a lo cual John responde que es infinito, y ella le cuestiona cómo lo sabe; él le responde que los datos lo indican, y ella le dice que no se ha demostrado. John le dice que no lo sabe, pero cree en ello, y Alice le responde que el amor es igual. Es destacable aquí el interés que la joven pone en llegar al protagonista, teniendo en cuenta las limitaciones que se evidencian en él en el plano emocional. 
Tampoco se destaca en él la inteligencia interpersonal, lo cual queda en evidencia en la escena que comparte con compañeros de facultad al comienzo de la película, en la que, sin presentarse, critica la corbata de un compañero, y luego uno de ellos le pide a John que le sirva bebida, mostrándose John confundido al no entender qué pretende su colega; además, le dice a este último, de modo directo, que sus desarrollos científicos le parecen malos, siendo que no hay confianza entre ellos ya que es la primera vez que se ven. Además, estando en su habitación contempla por la ventana a sus compañeros divirtiéndose en grupo, mientras él prefiere avanzar con sus ideas. Otra muestra de esto es la conversación que tiene al comienzo de la película con Charles, su compañero de cuarto, quien le dice: “puede que se te den mejor los números enteros que tratar con la gente”, a lo cual John responde citando a su profesora de primaria, quien le había dicho que nació “con dos raciones de cerebro y media de corazón”. Esto hace pensar que el protagonista es consciente de esta característica personal. Recordemos que Charles es una de las alucinaciones de John, por lo cual podemos pensar que se trata de un diálogo que él mantiene consigo mismo, proyectando una parte de sí en la alucinación.
Podemos pensar, en base a esto, que la inteligencia por sí sola no es suficiente para asegurar el triunfo, ya que para ello se pone en juego la integridad de la persona, con sus aspectos intelectuales, emocionales, sociales y espirituales. En relación a esto, cabe recordar la frase que el protagonista pronuncia en la ceremonia de los Premios Nobel: “Sólo en las misteriosas ecuaciones del amor puede uno encontrar lógica o razón”.  
Por otra parte, John ve muy afectada su habilidad intelectual cuando comienza su tratamiento farmacológico contra la esquizofrenia. Intentando resolver un ejercicio matemático a fin de recuperar su trabajo, muestra a su amigo Sol hojas con varios intentos de solución y tachaduras, y responsabiliza a la medicación de sus dificultades.
De igual forma, existe una creencia popular que relaciona la genialidad, al “genio”, con la locura, considerando que para llegar a desarrollar ideas extraordinarias hace falta una cuota de “locura”, entendiendo por tal una conducta atípica, excéntrica. Esta idea es, en cierto sentido, reflejada en esta película, si bien es tomada, al parecer, en un sentido negativo, es decir, considerando la “locura” como una contracara de la genialidad, mostrando los efectos negativos que la enfermedad mental tiene en la vida de quien la padece, y el modo en que una excesiva atención a un área de la vida (en este caso, la académica) puede afectar la salud mental.
Por último, me parece interesante reflexionar sobre la escena en la que John es visitado por el Dr. Rosen luego de sufrir una recaída por haber suspendido la toma de la medicación. El médico trata de hacerle entender al protagonista la gravedad de su enfermedad, y éste la define como “un problema sin solución”, agregando que su “especialidad” es “resolver problemas”. Ante esto, el profesional le responde: “No puedes crear una fórmula para cambiar la forma en que experimentas el mundo”, dándole a entender que no todo encuadra en la lógica matemática que él solía usar para entender el mundo. 

El concepto de realidad en la psicosis

Para elaborar este apartado, recurro a los desarrollos de Sigmund Freud (1924) sobre el tema. El autor postula que en la psicosis se intenta compensar una realidad generadora de disgusto a través de la creación de una nueva realidad, totalmente interna u autoplástica.
Podemos pensar que la realidad que el protagonista intenta sustituir a través de su delirio es aquella que lo ha sumido en la soledad, en el contexto del ámbito académico en el que comienza la historia. John, con muchas limitaciones para entablar vínculos sociales en el mundo real, crea una realidad en la que, por ejemplo, existe un compañero de cuarto con quien él convive y comparte la vida universitaria, quien tiene un modo de pensar muy similar al de John en algunos aspectos, como ser, su tendencia a dar una explicación científica a todo (lo cual es lógico ya que se trata de una proyección de aspectos de sí mismo). Este último se presenta a través de alucinaciones visuales y auditivas, e incluso acompañado por otra alucinación a quien presenta como su sobrina (esto se da en una segunda aparición de la alucinación de Charles en la vida de John, estando él ya trabajando para la misión secreta del Pentágono). La niña cumple un rol clave en la recuperación del protagonista, quien en un momento de la película logra reconocer sus alucinaciones como tales al darse cuenta de que, en todas las oportunidades que había visto a la niña, ésta parecía de la misma edad, a pesar del paso de los años.
Podemos pensar que, para John, existen dos realidades: una que comparte con el resto de las personas con las que se relaciona y convive, y otra subjetiva, proyectada al mundo externo a través del delirio. En verdad, esta realidad subjetiva e interna está presente en todos nosotros, con la diferencia de que el psicótico no logra distinguirla de la realidad externa, confundiéndola con ella. 
Por otra parte, debemos destacar el rol del delirio en esta situación, el cual se refleja claramente en relación a los intercambios postales que John establecía con personal del Pentágono, como parte de supuestas tareas de inteligencia. Alicia, la esposa del protagonista, encuentra en el buzón de la casa muchos sobres sin abrir destinados al Pentágono, y confronta a Nash con esta realidad, intentando que aquél reconozca su enfermedad. Luego de este episodio, John vuelve a alucinar con Parcher, su supervisor de dicha institución, y en su delirio éste lo convence de que se trata de una estrategia para desvincularlo de la operación, tratándolo de “loco”. Aquí se observa la autojustificación del delirio propia de la psicosis, así como su recurrencia, para la cual las alucinaciones son funcionales, ya que Parcher, que se había ausentado durante largo tiempo, aparece justo en este momento para reforzar la formación delirante. En ese momento, el protagonista mantiene un diálogo delirante con Parcher, en el que este último le dice “Mírame, John, mírame. ¿Te parece que soy imaginario?”, poniendo en evidencia la incapacidad del protagonista de distinguir las percepciones reales de las alucinaciones. 
En otra escena de la película, el bebé de John y Alicia casi se ahoga ya que el protagonista lo deja solo en la bañera con el agua fría corriendo. Cuando su mujer advierte la situación, muy angustiada, lo confronta y él le dice que Charles lo estaba vigilando, frente a lo cual ella le contesta que allí no hay nadie. Aquí John, en lugar de reconocer que está alucinando, dice que su amigo “tiene un suero de invisibilidad”, y que él lo ve “por una sustancia química que penetró” en su “sangre cuando se disolvió el implante”, ando una explicación delirante a su conducta. 

Relaciones sociales reales vs. Relaciones delirantes

En esta película, se ponen en contraste las relaciones que el protagonista establece con personas en el mundo externo, y aquellas que mantiene con sus alucinaciones, entre ellas, su compañero de cuarto y la sobrina de ésta, y con Parcher. 
En relación a esto, cabe recordar que John es una persona introvertida, con muy pocas cualidades para relacionarse socialmente, motivo por el cual mantiene pocas relaciones con personas de su entorno. Esto se observa especialmente durante su época de estudiante, en la cual justamente aparecen por vez primera las alucinaciones de Charles, su compañero de cuarto, y Marcee, la sobrina de éste, quienes aparecen de un momento al otro en la película, estando presentes de forma intermitente en diversas situaciones de la vida de John. Justamente en una charla con Charles, le reconoce a éste que “la gente no le gusta mucho”. En otro pasaje de la película, en una conversación delirante con Parcher, éste le dice que no tiene “parientes ni amigos cercanos”, frente a la cual John le dice que es un “lobo solitario”, y que “no la cae bien a la gente”.  
En relación a esto, cabe recordar lo planteado por Freud (1924), en cuanto a que la psicosis debe procurar “aquellas percepciones que habrían de corresponder a la nueva realidad, consiguiéndolo por medio de la alucinación” (párr. 7). Podemos pensar que las alucinaciones de Charles y su sobrina son la forma en que, a través de modificaciones internas (autoplásticas), el psiquismo de John crea su nueva realidad, en la que el protagonista sí logra relacionarse socialmente con alguien, negando de este modo las dificultades que presenta en este plano en el mundo real. 
Quisiera destacar una escena muy importante en cuanto a la relación entre John y Charles, a quien el protagonista considera su amigo. Cerca del final de la historia, cuando John está intentando recuperar algunas actividades y relaciones de su vida pasada y se dirige a la facultad, las alucinaciones de Charles y Marcee lo siguen, el protagonista sigue su camino. En ese momento, la alucinación de su compañero le dice que no puede ignorarlo para siempre. John aprovecha el momento para agradecerle el haber sido un buen amigo, y le dice que no volverá a hablar con él, despidiéndose de ambos. No obstante, estas alucinaciones vuelven a presentarse, descalificando al protagonista, quien sigue ignorándolas. 
Un aspecto importante a considerar en este sentido es la relación entre Alicia y John, una vez diagnosticada la enfermedad de este último. En una charla con Sol, ella le dice que suele sentir “obligación” de estar con su esposo, de acompañarlo en su tratamiento, o culpa por querer alejarse de él; luego dice que siente furia, “contra John, contra Dios”. Esta escena ilustra claramente la mezcla de sentimientos que en general suelen presentar los allegados al paciente psiquiátrico, a quienes toda la situación afecta de forma directa sin ser responsables de la misma, y en muchos casos sin saber qué pueden hacer para ayudarlo. 
Una escena interesante vinculada a la esta cuestión es aquella en la que John le pregunta a Alicia qué hace la gente, y ella le propone que salga de la casa e interactúe con la gente. Luego, le pide que saque la basura, y desde dentro de su casa lo escucha hablar, pensando que está alucinando nuevamente. Él le dice que estaba hablando con el señor de la basura, y ella se muestra incrédula, argumentando que no pasan por las noches. John le contesta que por allí sí, y luego Alice ve pasar a uno de los recolectores. Aquí se observa la intención del protagonista de retomar algunas relaciones sociales en el mundo “real”, como parte de su proceso de recuperación. 
Otro fragmento de la película que quisiera rescatar es aquel en el que Alice, luego de una recaía de John y por consejo del Dr. Rosen (quien le dice: “John puede ser un peligro para ti”), decide irse a la casa de su madre con su pequeño hijo. En ese momento, el protagonista queda solo en su habitación unos minutos, hasta que su mujer regresa dispuesta a quedarse acompañándolo. En este momento, ella le pregunta si quiere saber qué es real, y lo acaricia diciéndole: “esto es real”. Con este gesto, la esposa pretende ayudar a John a sanarse, y hasta podríamos pensar, recuperar a su marido, quien parece haber sido cambiado por otra persona. Esto es lo que ocurre en el proceso de desarrollo de la esquizofrenia, que, por su etimología, significa “mente dividida”, habiendo una parte de su personalidad que interactúa con el mundo externo y compartido con los demás, y otra que lo hace con un mundo totalmente interno, inaccesible al entorno del paciente. 
Por último, quisiera destacar la importancia que las relaciones afectivas en el acompañamiento al paciente con trastornos psicológicos graves. La misma es puesta de manifiesto por John en su discurso en la entrega de los Premios Novel, cuando dice a mujer: “Sólo estoy aquí esta noche por ti”, demostrando su eterno agradecimiento por el acompañamiento que Alice le brindó durante todo ese período. 

La esquizofrenia paranoide en John Nash

El diagnóstico que finalmente recibe el protagonista luego de la crisis a partir de la cual es examinado, es el de esquizofrenia paranoide. La misma se caracteriza por dos formaciones delirantes, que analizamos a continuación:
Delirio de grandeza: en relación al mismo, considero importante partir de la descripción que hace Freud (1914) del mismo. El autor afirma que la libido (o energía psíquica) que ha sido sustraída de las personas y los objetos del mundo externo, es reconducida al propio yo. Esto es importante si tenemos en cuenta la poca atención que John prestaba a las relaciones sociales y en general con el mundo externo. 
En el caso de John Nash, este delirio se manifiesta en la convocatoria por parte del Departamento de Defensa de los EEUU a participar en operaciones de inteligencia, descifrando ciertos códigos gracias a su habilidad para identificar patrones. 
La aparición de John en dicha institución marca un salto importante en la película, ya que en la escena anterior se muestra al joven estudiante que acaba de conseguir un puesto en el laboratorio Wheeler, sin narrar los acontecimientos que sucedieron en esos 5 años que separan temporalmente una escena de otra.
Una escena que da cuenta de este delirio en el protagonista es aquella en la que asiste por primera vez al Pentágono, a donde es presentado como “analista de laboratorio” y tratado como “doctor”. Allí, comienza a identificar patrones numéricos que se proyectan en una pantalla, frente a la presencia de oficiales. Cabe mencionar que, según estos últimos, ni siquiera la computadora había sido capaz de identificar los patrones que John logra ver. Esta habilidad justifica la asignación de una operación especial, incluso en su delirio el protagonista es presentado allí como “doctor” y “analista de laboratorio”. Aquí, John afirma que “constantemente” sabe cosas de forma intuitiva, y rechaza el ofrecimiento a ver la información preliminar que le ofrecen, comenzando inmediatamente a identificar los patrones, a los cuales luego relaciona con ubicaciones en un mapa.
En relación a su habilidad para identificar patrones, en su delirio Parcher le asigna una operación secreta que consiste en la identificación de códigos de comunicación entre “La nueva libertad”, una facción del Ejército soviético, y sus agentes pasivos de EEUU, los cuales aparecen en periódicos y revistas. Aquí también se aprecia cómo se manifiesta el delirio de grandeza, ya que el supervisor lo define como “el mejor descifrador de códigos nato que jamás he visto”. En relación a esto, en una conversación delirante con Parcher éste le dice a John que lo había impresionado en el Pentágono, siendo allí cuando John lo ve por primera vez. 
Estando trabajando con sus ex compañeros de facultad, uno de ellos le enseña la tapa de una revista, “Fortune”, en donde había salido John. Allí se observa la imagen del protagonista junto a otras 3 fotografías de quienes define como “farsantes”, “eruditos de las banalidades”, frente a la cual él dice: “Se suponía que sólo iba a salir yo”, siendo ésta otra muestra de su “ego inflado” propio del delirio de grandeza. 
Cabe mencionar que Kraepelin (citado en Lacan, 1932) define el delirio de grandeza como “la trama, proseguida en la edad madura, de los planes de alto aliento del tiempo de mocedad” (p. 25). En relación a esto, podemos recordar que el protagonista de la película es impulsado, en su juventud y durante su carrera universitaria, a obtener logros importantes como lo habían hecho otros matemáticos de la historia. En una escena inicial de la película, un docente dice a un grupo de alumnos, entre los cuales se encuentra John, que “para triunfar necesitamos resultados, resultados publicables y aplicables”. El docente desafía a su audiencia estudiantil preguntándole: “¿Cuál de ustedes será el nuevo Morse, el nuevo Einstein?”. 
Teniendo en cuenta la tesis de Kraepelin, podemos pensar que esta propuesta desafiante de parte del docente de John (quien parece participar de esta escena en un rol de espectador, como contemplándola desde fuera), pudo haber sembrado en el joven estudiante la semilla de la ambición por el triunfo, la cual finalmente es plasmada en el delirio de grandeza, que lo presenta con una pieza clave para la seguridad nacional. Por otra parte, los compañeros de John se burlan de él cuestionando su capacidad de obtener la beca de doctorado, la cual también es puesta en duda por un docente que le dice que su historial no amerita ninguna colocación. Esto parece haber obsesionado a John con el logro de algún descubrimiento por el que pudiera ser reconocido dentro de la comunidad científica. Luego de dicha escena, el protagonista tiene una conversación delirante con Charles, en la que le dice que la mitad de sus compañeros ya publicaron algo (observándose cierto complejo de inferioridad en él), por lo que tiene que “encontrar una idea original… sólo de ese modo podré destacar, sólo así me podrán valorar”. 
Otra de las manifestaciones de este delirio se observa cuando John, estando ya internado en la clínica del Dr. Rosen, habla por primera vez con Alicia y le dice que los rusos piensan que es “muy conocido”, motivo por el cual no lo han matado aún. 

Delirio de persecución: éste está relacionado con la aparición de la alucinación de Parcher, quien se presenta como el “hermano mayor”, el supervisor de la misión secreta para el Pentágono en la que participa John en su delirio. La condición de secreta de la misión queda de manifiesto en la escena en la que John identifica por primera vez a Parcher, su supervisor, y le pregunta por él a un oficial, quien cambia de tema sin responderle. Luego, éste le dice que la develación de información secreta puede ser castigado con cárcel, intensificando esto el sentimiento de persecución de John. Esa misma característica es la que hace que el protagonista se sienta perseguido todo el tiempo, temiendo ser descubierto, lo cual, de acuerdo a lo comunicado por Parcher, finalmente ocurre. Hay una escena en la que esta persecución se materializa en la forma de un coche que los sigue, con el que se da una balacera, pudiendo finalmente librarse del mismo. 
Luego, el protagonista vincula las órdenes de trayectoria que había identificado en el Pentágono con la operación secreta de la que le habla su supervisor, lo cual pone en evidencia la forma en que el delirio integra las diversas alucinaciones tratando de encontrar una explicación racional para las mismas, dentro de una lógica cerrada (autojustificación del delirio). 
En su delirio, cuando él acepta la operación secreta que le propone Parcher, le colocan un chip subcutáneo en uno de sus brazos, que le permitiría acceder al lugar de entrega del material que debía elaborar.  A partir de aquí, John comienza a coleccionar recortes de revistas, en los que, en su delirio, encuentra códigos que va descifrando, y los guarda en una habitación de su casa. Luego, traduce esos códigos en ubicaciones en mapas y coloca dichos papeles en un sobre, con el lacrado “secreto”. Cuando va a llevar dichos sobres, en el buzón del lugar hay un sensor en el que coloca su brazo y se ve un código infrarrojo. Aquí vuelve a aparecer la alucinación de Parcher, quien, justamente desde su rol de supervisor, controla que el protagonista esté cumpliendo con su tarea.
Parcher está permanentemente vigilando a John, quien lo observa todo el tiempo a donde vaya. A tal punto llega su sentimiento se persecución, que termina diciendo a Alice, ya embarazada, que se vaya a la casa de su hermana. Aquí su esposa comienza a sospechar que John está enfermo. 
Este delirio también se manifiesta en la escena en la que John sufre una crisis en plena facultad, y es asistido por personal médico, no obstante, en su delirio el protagonista piensa que son rusos que lo capturan. Luego de esta escena, estando ya internado en la clínica psiquiátrica, vuelve a alucinar con Charles, quien lo contempla desde una silla mientras él se retuerce en el suelo. Cabe destacar que, en un primer momento, John le pide disculpas a Charles por haberlo “involucrado en esto”, pero luego, por un gesto en este último, interpreta que su compañero de cuarto en verdad es un espía encubierto y que lo ha traicionado, actuando todo este delirio frente al doctor. Aquí se aprecia cómo la psicosis, a fuerza de mantener la trama delirante, incorpora la información nueva a esta última modificándola en función de la misma, pero sin reconocer su carácter irreal.
Lo mismo sucede cuando Alice lo visita en la clínica, y John le dice que se ha dado cuenta de que se comportamiento y el no poder hablar con ella de su trabajo pudieron dar la apariencia de locura. En esa misma charla, John le dice que tienen que hablar discretamente porque pueden estar escuchándolo a través de micrófonos. Otra vez se manifiesta el delirio de persecución, modificado para adaptarse al nuevo contexto vital del protagonista. 
Es interesante reflexionar acerca del carácter recurrente del delirio. El mismo se observa en la película en la escena en la que John, ya en su casa a partir del pedido de su mujer al Dr. Rosen, asumiendo ésta la responsabilidad por su marido, escucha ruidos por la noche, que lo hacen salir de su casa y es rodeado por soldados. Aquí aparece nuevamente la alucinación de Parcher, quien le asegura que siguen necesitando sus servicios. 
En relación al delirio de persecución, cabe considerar señalado por Kraepelin (citado en Lacan, 1932), quien afirma que “el enfermo, consciente de su vulnerabilidad, no se ocupa más que en huir de los combates serios de la existencia, y en lugar de adoptar alguna posición firme se dedica más bien a vagar por ahí, no atendiendo sino a bagatelas, y evitando el contacto con la vida" (p. 13). Esto es lo que se observa en el protagonista, quien, al prestar atención exclusivamente a la realidad delirante, descuida otras cuestiones importantes, como ser, su trabajo como profesor en la facultad, y más adelante, su paternidad. Un ejemplo de esto último se observa en la escena en la que John sostiene a su pequeño hijo en brazos, quien llora porque se le ha caído el chupete, y el protagonista no se percata de la situación, de la que parece ausente. 

Bibliografía:

- Freud, Sigmund (1914). Introducción del narcisismo. En Freud. Obras completas. Tomo XVI. Ed. Amorrortu. Obtenido de http://www.bibliopsi.org/docs/carreras/obligatorias/CFG/psicopatologia/schejtman/primer%20conjunto/Freud%20tomo%20XIV%20introduccion%20al%20narcisimo%20capitulo%201.pdf.
-Freud, S igmund (1924). La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis. Obtenido de http://www.elortiba.org/old/freud8.html.
- Lacan, Jacques (1932). De la psicosis paranoica. Obtenido de http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/34%20Otros%20Trabajos%20de%20Jacques%20Lacan.pdf.


Comments

Popular posts from this blog

Violencia de género, patriarcado y heteronormatividad

El arte y su importancia en la salud personal

La complejidad de las relaciones humanas