Violencia de género, patriarcado y heteronormatividad


¿Qué es el patriarcado y cómo nos atraviesa como sociedad?

El patriarcado es una estructura social, económica, política e histórica, que implica la institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niñas. En él, todos los espacios y roles de poder y dominio son predominantemente masculinos, al punto tal que una mujer que aspira a ellos o asume una actitud dominante suele ser cuestionada en su rol de mujer. Esta estructura afecta a todos los miembros de la sociedad, inclusive a los hombres, a quienes se les imponen comportamientos y actitudes masculinas, basadas en estereotipos de género que vinculan al hombre con cualidades como fortaleza, rudeza, brutalidad, entre otras.
El patriarcado es la ideología que se encuentra en la base de la violencia de género, y al ser parte de la estructura social en la que vivimos, muchas veces sus manifestaciones son naturalizadas y justificadas, incluso por las mismas mujeres. Esto se relaciona con el concepto de hegemonía, ya que implica un ejercicio del poder encubierto.
Si bien en los últimos años el patriarcado ha sido ampliamente cuestionado desde el movimiento feminista, sigue siendo la estructura social dominante en nuestro contexto, lo cual se observa en la cantidad de casos de violencia de género que año a año ocurren, así como en algunas actitudes machistas que aún persisten en nuestra sociedad.

¿Cuándo nace el patriarcado?

Es difícil establecer con precisión el origen del patriarcado, ya que es una estructura milenaria, teniendo raíces históricas, filosóficas, religiosas, políticas, entre otras. Desde tiempos inmemoriales, la mujer ha sido cosificada y tratada como una pertenencia del hombre, quien podía hacer con ella lo que quisiera. Si nos remitimos a la explicación bíblica del origen del hombre, ya encontramos muestras de esta condición inferior de la mujer, a quien Dios crea como una “ayuda idónea” para el hombre, de cuya costilla fue formada.
Más allá de esto, el patriarcado ha primado en casi todas las civilizaciones, habiendo cambiado los modos de expresión de este dominio, de acuerdo a las particularidades de cada época histórica y cultura.

¿Se puede hablar de una estructura opuesta a patriarcado? ¿Cuál es el equilibrio al que debemos apuntar como sociedad?

Es difícil pensar en una estructura opuesta al patriarcado ya que, como se trata de una relación de poder, pensar en un opuesto implicaría invertir dicha relación, cambiando sólo los roles de dominador y dominado pero manteniendo la relación de subordinación. De hecho, muchas personas tienen una imagen errónea del feminismo justamente por pensarlo como un movimiento opuesto al machismo, cuando en realidad lo que busca es el logro de la igualdad de género, superando la opresión de la que la mujer ha sido víctima.
En verdad, se debe apuntar al logro de relaciones sociales igualitarias, en las que todas las personas puedan participar activamente en igualdad de condiciones, y en las que ninguna persona sufra violencia causa de su identidad de género. Se debe priorizar la dignidad y los derechos humanos de cualquier persona, independientemente de su identidad de género.

¿De qué hablamos cuando decimos “violencia de género”?

Se considera violencia de género a todo acto de violencia cuyo principal móvil sea la identidad de género de la víctima. Se aplica especialmente en los casos de violencia hacia las mujeres, pudiendo definirla como toda violencia que sufre la mujer por el sólo hecho de serlo.
Sus manifestaciones son amplias y variadas, incluyendo violencia física, psicológica, patrimonial o económica, y simbólica. Las mismas suelen presentarse de forma simultánea en las situaciones de violencia, si bien cada una de ellas tiene sus particularidades.
También son expresiones de este tipo de violencia la homofobia y la transfobia, cuyas víctimas son los miembros de la comunidad LGTBI. Esto ocurre a causa de la heteronormatividad, que impone la heterosexualidad (es decir, la identificación con el género coincidente con el sexo biológico – sisgénero –, y la atracción y relación de pareja con una persona de sexo opuesto) como única identidad de género posible, desconociendo muchas veces el concepto mismo de género y priorizando una sexualidad binaria condicionada biológicamente (macho- hembra).
Una de las manifestaciones de este último tipo de violencia es aquella que condena cualquier conducta o actitud que no se corresponda al estereotipo de género (como ser, uso de colores, juegos infantiles, etc.).

¿Qué diferencia la violencia de género de otros tipos de violencia que una persona ejerce sobre otra?

Si bien la violencia en general está condicionada por una relación desigual de poder, la violencia de género se caracteriza especialmente por el hecho de que esta relación se basa en la diferencia de género entre el hombre y la mujer, condicionada por la estructura patriarcal. Hay una relación de poder y dominio en la que la mujer queda en inferioridad de condiciones respecto del hombre, por el sólo hecho de ser mujer, sufriendo diversos tipos de violencia, como ser: física, psicológica, verbal, sexual, económica o patrimonial, entre otros. Esta relación desigual tiene raíces históricas y sociales remotas, cuyo origen es difícil de rastrear, ya que prácticamente ha existido siempre.
Esto también ocurre en relación a los niños, quienes suelen ser víctimas del agresor machista, especialmente cuando éste es cabeza de familia. En muchos casos, el agresor suele tomar a los hijos como rehenes en la relación violenta que mantiene con la víctima, motivo por el cual decimos que la violencia hacia los niños y adolescentes muchas veces es otra manifestación de la violencia de género.

¿Por qué es importante clasificar los tipos de violencia para abordarlos?

Esto es importante debido a que cada uno de ellos responde a condiciones contextuales diversas, por lo tanto, su tratamiento también merece consideraciones especiales. Si no se comprende que el principal móvil de la violencia de género es la desigualdad de género, se corre el riesgo de justificar o tergiversar los actos violentos, poniendo el foco en factores secundarios que no hacen al quid de la cuestión. Esto se observa en los casos en los que se pretende justificar la violencia hacia las mujeres basándose en la conducta de éstas, en el modo en que se visten o circulan libremente por la vía pública. Otro ejemplo de ellos es la denominación de los femicidios como “crímenes pasionales”, justificando el asesinato por la falta de control emocional de parte del femicida. En verdad, nada justifica que una mujer sea agraviada ni asesinada por el solo hecho de ser mujer, y justamente en eso consiste la violencia de género.

Mensaje para los jóvenes.

A los jóvenes, los invito a reflexionar sobre el modo en que se relacionan entre sí, particularmente entre mujeres y varones, y también en cuanto al modo en que se relacionan con los miembros de la comunidad LGTBI, quienes muchas veces son discriminados y violentados por el solo hecho de asumir libremente su identidad de género.
También los invito a hacer una autocrítica sobre sus propias actitudes en la relación con sus pares. A los varones, piensen que ustedes también forman parte de esta estructura patriarcal, la cual muchas veces los empuja a actuar de modos con los que a lo mejor no están del todo de acuerdo. Permítanse sentir, reconocer esos sentimientos, mostrarse sensibles frente a sus pares, cuestionar sus propios privilegios; eso es parte de un proceso de deconstrucción de los estereotipos de género que todos necesitamos hacer. Sean intolerantes con sus pares varones que violentan a las mujeres, háganles saber lo inadecuado de su conducta; cuando sea posible, ayúdenlos a modificarla, y en caso de ser necesario, no duden en denunciarlos.
A las mujeres, apóyense y cuídense entre sí, no compitan, sean compañeras, empodérense mutuamente; traten de denunciar aquellos actos de violencia de los que son víctimas ustedes u otras mujeres de su entorno, por mínimos que parezcan. No cuestionen a las víctimas de violencia, traten de ser comprensivas y ofrezcan una escucha contenedora a quienes confían en ustedes para contar la violencia que están sufriendo. No ataquen a una mujer por elegir un modo de vida que no comparten; respeten el derecho de cada una a decidir por sí misma, más allá de estar de acuerdo o no con sus elecciones.

María Florencia Pesoa.
Lic. en Psicología. M. P. 1.392.
Psicoterapia individual y de pareja. Jóvenes y adultos.


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