“Conmigo no se duerme, dormilo vos”

Quienes somos madres/padres o conocemos a parejas heteroparentales, seguramente hemos escuchado esa frase en más de una ocasión. Es muy frecuente que los niños se duerman más fácilmente con uno de los dos progenitores, especialmente con la madre. 

Ayer hice una encuesta sobre este tema y, si bien fueron pocas las personas que la respondieron, la mayoría de ellas (cinco) afirmaron que quien se despierta más seguido de noche frente a las demandas de los hijos es la madre, frente a 2 (dos) votantes que afirmaron que es indistinto si lo hace la madre o el padre. Cabe destacar que ningún votante eligió la opción del padre, y que en la encuesta no se especificaba ningún rango etario de los hijos.

Si bien la encuesta no se refería al momento del sueño, sí lo incluía indirectamente, ya que se entiende que, cuando los niños se despiertan de noche por el motivo que sea, luego necesitan volver a dormirse, para lo cual suelen requerir el acompañamiento de un adulto. La encuesta incluía una pregunta por los motivos de esta elección, y entre ellos se citaron “la teta”, y la tendencia “natural e inevitable” de las madres a atender a las demandas de los hijos. 

Me interesa detenerme especialmente en estos dos motivos, ya que los considero fundamentales en esta cuestión. Analicémoslos de forma individual, en los siguientes posts.

“La teta”: en el caso de niños lactantes, es muy común que se duerman tomando la teta, o que demanden teta a la madre antes de dormirse. Si bien esto condiciona el momento del sueño, no hace imposible que el padre también participe activamente en el mismo. En verdad, lo que suele suceder es que es mucho más fácil rápido y por lo tanto práctico para la familia que el niño se duerma tomando la teta, motivo por el cual suele ser la madre quien asume esta responsabilidad. 

Sin embargo, el padre también puede colaborar en este proceso de dormir. Obviamente, no puede dar la teta, pero sí puede dar mamadera, y también terminar de dormir al niño una vez que haya mamado. En el caso de niños no lactantes, cualquiera de los dos, madre o padre, puede acompañarlos en el proceso de dormir, es cuestión de que se acostumbre al niño a dormirse indistintamente con la madre o el padre. Para esto, este último debe asumir un rol activo en el proceso de dormir del niño, y la madre tiene que correrse del lugar protagónico para permitir que el padre asuma esta función. 

“Instinto materno”: si bien no fue mencionado de esta forma, a eso se refiere la “tendencia natural a inevitable” de las madres a atender las demandas de sus hijos. Personalmente, considero que la mencionada tendencia es consecuencia de los mandatos patriarcales, que han impuesto a las mujeres la obligación de responder a las demandas de los hijos de forma inmediata, la cual no parece observarse del mismo modo en los padres. 

Se espera de las madres que espontáneamente se acerquen a sus hijos frente a sus demandas (tanto diurnas como nocturnas), cuando en verdad el padre también está capacitado para responder a las mismas. Algún padre me dirá: “Pero él/ella quiere a la madre, no a mí”… Es muy probable que el niño se haya acostumbrado a que siempre esté presente la madre, motivo por el cual suele sentirse más seguro con ella. Esta situación puede modificarse, permitiendo que el padre asuma un rol más activo en la relación con sus hijos; para esto, ambos progenitores deben colaborar: la madre, cediendo espacios tradicionalmente propios, y el padre, involucrándose más en ciertos momentos y necesidades de los hijos. 

Estoy segura de que estos cambios beneficiarán notablemente las relaciones familiares, tanto entre padre/madre e hijos, como entre ambos progenitores. Es la única forma en la que será posible lograr una crianza armónica, en la que todos los participantes se sientan cómodos y puedan desarrollarse en su rol, enriqueciéndolo día a día.


Comments

Popular posts from this blog

A mis amigos... Gracias y perdón

Violencia de género, patriarcado y heteronormatividad

El apto psicológico